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Título: Host Girl [6/11]
Autor:
[livejournal.com profile] darxina (Ness)
Público: PG -13
Pareja: Masuda/Tegoshi
Género: Romance, Drama 
Nota: Capítulo muy largo, mis notas en el primer comentario =D

“Mamá, he conocido a una persona maravillosa”

Esta vez no era como siempre. Cuando Yuya entraba en la habitación del hospital dónde estaba ingresada su madre, era como si la oscuridad lo engullera en un segundo. Ver a su madre allí postrada le llenaba de tristeza, solamente podía contarle cómo le iba en el trabajo, sólo en uno de los dos, ya que ella no sabía de la existencia de Yuko. No quiso contárselo para no preocuparla porque estaba seguro de que si lo hacía ella le diría que era una locura y le pediría que dejara de esforzarse inútilmente. Sólo de pensarlo ya le dolía, no quería ver a su madre sufrir con su enfermedad, no quería que se rindiera ahora que por fin había conseguido empezar con su duro tratamiento.

Por eso aquella mañana le llevó como si fuera un regalo una de las más sinceras sonrisas que pudo haberle mostrado jamás a su madre. De alguna forma siempre que hablaba de Masuda su cara se iluminaba, y ese era un detalle que su madre no pudo evitar ver.

“¿Ah, sí? No me digas que tienes novia, ¿es guapa?” Yuya bajó la mirada al escuchar aquella pregunta que ya se esperaba. ¿Cómo podría explicarle a su madre que no era un “ella”?

“Verás mamá, se llama Masuda, es un chico, pero...”

“Ahhh ya veo, has hecho un buen amigo, ¿eh?” su madre se alegraba, o eso parecía cuando le cortó la frase. Por eso mismo no pudo terminar de explicarle lo que realmente era Masuda para él.  Prefirió dejarlo así para no asustarla.

“Me ha ayudado mucho con el trabajo, es un poco raro... pero sabe cómo apoyarme y... me hace sentir bien”

“Yuya, cariño, me alegro de que hayas encontrado a alguien que te cuide, ya que yo ahora no puedo estar a tu lado” sintió la cálida mano de su madre en su mejilla, y la suya inmediatamente se posó sobre ella, apretándola con fuerza. 

“¿Me lo presentarás?”

La miró con los ojos brillantes, a punto de estallar en lágrimas. Cada vez que visitaba a su madre lloraba, pero nunca delante de ella sino después, a solas. Sin embargo esta vez fue distinto. Sintió cómo sus lágrimas recorrían sus mejillas, y vio a su madre sonreír a la vez que sus dedos le limpiaban la cara.

“Sí, mamá... te prometo.... te prometo que algún día lo conocerás...”

Sí, algún día, cuando Masuda supiera la verdad sobre Yuya, si es que para entonces él siguiera estando a su lado.

*****

Después de aquella visita fue a trabajar a la tienda de ropa, y al terminar fue al supermercado para comprar el almuerzo. Al salir de allí se paró en una tienda que le llamó la atención. En el escaparate había un maniquí vestido con ropa muy llamativa, parecida a la que Masuda había llevado en la cita del día anterior. Le hizo gracia al recordarlo, sin duda tenía un estilo muy único, pero Yuya pensaba que le sentaba mejor esa ropa a él que a cualquier modelo. Se preguntaba si Masuda realmente compraba en esa tienda, y sólo por curiosidad quiso entrar allí para ver si encontraba algo que lo probara.

Pero iba despistado mirando hacia el escaparate cuando en la puerta se tropezó con alguien. La bolsa que llevaba en la mano fue su mayor preocupación al principio, porque cayó al suelo con algunos objetos que se puso a recoger inmediatamente.

“Ah, lo siento, no miraba por dónde iba...”

Del susto no pudo ni mirar a la otra persona, sólo pudo ver cómo dos manos se disponían a ayudarle a recoger las cosas del suelo.

“No pasa nada, espera, te ayudo”

Esa voz...

Levantó de golpe la mirada, y no pudo creer cómo el destino había hecho que se volvieran a encontrar. Fue entonces cuando Masuda también levantó la mirada. Ambos se miraron a los ojos, a escasos centímetros. La cara de sorpresa de Masuda le decía a Yuya que lo había descubierto, y que todo era el fin. Rápidamente agachó la capeza y terminó de recoger sus cosas con la estúpida esperanza de que Masuda no se hubiese dado cuenta.

“Gracias...”

Se levantó y echó a andar sin mirar hacia atrás.

“¡Espera!”

Oh, no... ¿y ahora qué?

Yuya se paró en seco sin darse la vuelta, y un rato después Masuda apareció delante de él. Se sentía como si estuviese desnudo, cómo si la coraza que poseía siendo Yuko se hubiese roto definitivamente.

Eran Masuda y Yuya, por primera vez cara a cara...

“¿Yuko?” Lo miró de arriba abajo con los ojos muy abiertos. Yuya estaba temblando. Masuda podría deducir por su cara que era ella, que era la Yuko de la que se había enamorado, la misma que le había engañado. “No, imposible... pero te pareces mucho a ella”

¿Eh? ¿cómo? ¿no se ha dado cuenta? ¿este chico es idiota?. Yuya aún estaba en shock, pero le quedaron algunas neuronas para inventarse algo que le ayudara a salir del apuro.

“¿Yuko?, ¿la... la conoces? ella es... mi prima”

“¡Ah!” dijo señalándole, “ahora entiendo por qué os parecéis tanto, jaja, qué susto”

Sí, qué susto...

“Encantado de conocerte, me llamo Masuda Takahisa, soy el nov... amigo de tu prima.”

Al escuchar la palabra amigo le cambió la cara. Aquella situación era peligrosa, era arriesgado hablar con Masuda de esa manera, pero lo peor para él en un principio fue oír la palabra amigo. Sin embargo no le preocupó mucho, conocía a Masuda lo suficiente como para pensar que lo había dicho porque le daba vergüenza. Sonrió y se presentó.

“Encantado, yo me llamo Tegoshi Yuya...”

Ése, ése debió haber sido su verdadero encuentro, en el que los dos se hubiesen conocido como dos chicos normales, dos futuros amigos. Un encuentro casual, natural y sin mentiras. Pero ahora, lo único que iba a conseguir sería engañar a Masuda por segunda vez.

*****

Fue debido a la insistencia de Masuda que los dos acabaran en una cafetería tomando algo, y es que parecía estar muy emocionado por haber conocido al primo de su chica.

“Te juro que cuando te vi antes pensé que eras ella, menos mal que no es así, no sabes el susto que me llevé, jaja” 

¿Menos mal? Masuda parecía que le estaba diciendo lo que pasaría si descubriera la verdad. Por lo que le estaba contando podría imaginárselo. Eso le entristeció, bajó la mirada y tomó un sorbo de café.

“¿Te gusta mi prima?”

“¿Eh? En realidad... sí...” 

“¿Qué es lo que más te gusta de ella?” no podía evitar aprovecharse de la situación para preguntarle sobre eso. Era cruel, escuchar esos sentimientos que se supone que no debía oír porque iban dirigidos a Yuko, pero realmente quería saber porqué se había fijado en alguien que no tenía nada de especial. 

“Todo, no sé... es la primera vez que conozco a una chica que sea tan diferente a mí, pero, a la vez siento que no puedo separarme de ella. Es muy guapa, su sonrisa me derrite y es muy natural, sincera y tierna...” 

Yuya se ruborizó más que nunca esta vez, estaba hablando de él, diciendo esas cosas tan bonitas sobre su otra personalidad, las cosas que quizá de otra forma nunca hubiese podido escuchar. 

“Ah, lo siento, es que ella me gusta mucho y yo no soy bueno con las relaciones ¿sabes? no tengo experiencia y estoy seguro de que a veces piensa que soy un poco idiota...”

“Yo creo que no”

“¿Eh?”

De nuevo había vuelto a dejarse llevar. Se le hacía demasiado raro hablar con Masuda siendo Yuya, porque para él era más fácil ser Yuko cuando se trataba de estar juntos.

“Ah, quiero decir que... esta mañana vi a Yuko y estaba muy contenta. Normalmente suele ser pasiva y nunca sonríe, pero cuando la vi me sorprendí mucho, supongo que eso es gracias a ti...”

“¿En serio estaba tan contenta? ¿gracias... a mí?”

Los ojos de Masuda brillaban tanto que le cegaban. No sabía que Masuda estuviera tan enamorado de Yuko, pero en el fondo le alegraba muchísimo saberlo porque él también lo estaba.

También le hacía gracia el hecho de que al final Masuda pareció haberse olvidado de que era su primo. No paraba de hablar de Yuko, de cómo se conocieron, de la cita que habían tenido. De boca de Masuda parecía una historia de amor que hubiera empezado hace mucho tiempo, y eso que se habían conocido hacía apenas unos pocos días. Yuya se sentía como un confidente, alguien en quien Masuda podía contar para ayudarle a conquistar a Yuko. Pero no lo hacía con mala intención, de eso estaba seguro. Si era verdad que Masuda no era bueno con las chicas, entonces lo entendía perfectamente.

“Oye... ¿podemos ser amigos?” aquella última pregunta le sacó de sus casillas. Era una pregunta tan inocente y de respuesta tan obvia que se le clavó como una aguja en el corazón. Al final sí que le iba a estar engañando por partida doble. No era su intención, nunca lo había sido, pero aquella mentira estaba creciendo más y más, y no era tonto al pensar que así sería más difícil recuperar al Masuda que pudiera perder en el futuro.

“Por supuesto... dame tu número, yo tengo el móvil estropeado” se rió falsamente para ocultar el hecho de que tendría que conseguir otro móvil para no darle el mismo número de Yuko. Se lo escribió en un papel y antes de despedirse, Masuda quiso saber algo más.

“Esto... ¿sabes si ella está libre esta tarde? Me gustaría invitarla a salir conmigo...” Yuya lo miró sorprendido al principio porque no se esperaba que Masuda quisiera quedar con Yuko tan pronto, pero desde luego no cabía en sí de la felicidad. No deseaba otra cosa que quedar con él, así que decidió no pensarlo más, sólo sonrió asintiendo y contestó guiado por su corazón.

“Hoy está libre”

*****

Después de aquel encuentro Yuya volvió rápido a casa. Sacó su móvil del bolsillo y lo dejó al alcance mientras se preparaba algo para comer. Incluso mientras comía estuvo pendiente de Masuda, de alguna llamada o de un mensaje. Pero pasó el tiempo y no daba señales. Empezó a pensar que quizá se había echado atrás y no quería quedar con ella, en realidad pensó muchas cosas, pero sin esperarlo esta vez el móvil sonó. Abrió la tapa y por fin lo vio, "Massu llamando..."

“¡Massu!” no dejó siquiera sonar un tono entero, y la dulce voz de Yuko volvió a aparecer en los oídos de Masuda.

“¡Ah! Soy yo... has cogido muy rápido el teléfono, me has asustado, jajaja”

“Sabía que me llamarías” sonó un poco egocéntrica, pero quería provocar la inocencia de Masuda.

“¿Eh? ¿lo sabías? ¿cómo? ni siquiera yo sabía si iba a poder llamarte” Yuko soltó una pequeña risa y dejó que Masuda continuara.

“Es que, quería saber si esta tarde te gustaría...”

“¡Sí! ¿a qué hora?” dijo sin dejarle terminar.

“Ehh... Yuko... vas muy rápido~”

“Perdona Massu... pero es que tengo muchas ganas de verte” dijo con la voz más dulce que podía poner.

“Oh” Masuda se ruborizó totalmente, sin saber que contestar a eso, y cogió aire aprovechando que Yuko no le podía ver en ese estado. Le temblaba la voz, pero no desistió en esforzarse para que no se notara.

“Pues... ¿a las 5 en Ebisu Garden?”

“Vale, allí estaré"

*****

Estaba nervioso, volvía a ser Yuko de nuevo, pero esta vez era distinto porque iba a quedar con Masuda como pareja y eso les podría provocar algunas situaciones incómodas. Tardó bastante en decidir qué ropa ponerse entre todo lo que se había comprado en la tienda donde trabajaba, pero al final decidió vestirse de forma parecida a la cita del día anterior, con las calaveras siempre presentes en su vestuario, se maquilló y se hizo una coleta con la peluca. Ni siquiera se dio cuenta de que ya eran las 5 y que le llevaba más o menos 15 minutos llegar allí andando. No sabía si Masuda era de los que llegaban puntuales pero desde luego no quería causarle una mala impresión pareciendo una maleducada.

Corrió lo que pudo y cuando llegó, Masuda ya estaba esperando sentado en la estatua del parque.

“Massu~ siento llegar tarde, ahh... no sabía qué ponerme” Error, las chicas nunca les deben decir esas cosas a su pareja. ¿Primer fallo?

“Um, no pasa nada, yo acabo de llegar, y no te preocupes por eso, porque tú siempre estás guapa con cualquier cosa”

Ambos sonrieron sonrojados y Yuko pensó que sería imposible que pudiera aparecer una sola situación incómoda.

No con Massu.

*****

No le quiso decir a dónde se dirigían, sólo dijo que era una sorpresa pero conociéndole estaba seguro de que le gustaría. Y no se equivocaba cuando lo que se encontró delante de ellos era un parque de atracciones. Masuda era muy tierno, como un niño, ¿no se daba cuenta de que a las chicas les gustaban cosas más románticas, una cena con velas o un paseo por la playa?. Tenía suerte de que en realidad Yuko era un chico, y por eso aquella elección fue perfecta.

“Tengo dos entradas... ¿te gustaría ir?”

“Pues claro, Massu, ¡vamos!”

Instintivamente le cogió de la mano y lo llevó con ella hasta la entrada. Masuda se dio cuenta de que aquella no era la misma Yuko que había conocido en el Host Club. Aquella Yuko era reservada, asustadiza y delicada, pero esta Yuko era alegre, impulsiva y apasionada, y le encantaba dejarse llevar por ella siempre que él no fuera capaz de tomar la iniciativa.

Pasaron una tarde espléndida. Primero Masuda le contó su encuentro con el supuesto primo de Yuko. Se le veía muy contento y Yuya se sentía culpable por ser el causante de provocar esa falsa emoción, pero se le olvidó todo enseguida. Montaron en atracciones fuertes, y realmente Masuda lo pasó mal en ellas. En realidad  venía concienciado de que esto ocurriría, e hizo un esfuerzo para complacer a Yuko montándose con ella en las más arriesgadas y rápidas. Ella lo pasaba de miedo gritando y riéndose, pero Masuda no tuvo oportunidad para pararse a pensar en  la imagen de miedica que daba delante de ella.

La mejor parte para él vino después, cuando por fin tocaron el suelo. Compraron algodón de azúcar, pero desgraciadamente a Masuda se le cayó  encima de la cabeza de una mujer y Yuko no pudo parar de reírse mientras veía cómo Masuda se disculpaba totalmente desesperado. Al final se sentaron en un banco  y Yuko decidió compartir amablemente el suyo con él.

“Massu es muy mono”

“¿Eh?”

“Sabías que lo ibas a pasar mal y sin embargo me invitaste a venir aquí, te estás esforzando mucho por mí ¿verdad?”

“Bueno, yo...”

“¿Quieres un poco?” le dijo cogiendo un pequeño trozo de algodón de azúcar con los dedos. Masuda se volvió a ruborizar. Allí había mucha gente, y le daba vergüenza que Yuko le diera de comer así, pero por otra parte se moría por que lo hiciera. Finalmente no pudo resistirse y asintió abriendo un poco la boca para que Yuko pudiera dárselo.

“¿Sabes? nunca antes había ido a un parque de atracciones”

“¿No? ¿por qué?”

“Tuve una infancia difícil...”

La voz de Yuko empezó a apagarse y Masuda se preocupó, pero no tardó nada en alegrarle el rostro, como él bien sabía hacer.

“Bueno, si esta es tu primera vez... intentaré hacer que se inolvidable para ti” aquella frase hizo que el corazón de Yuko se acelerase exageradamente de nuevo. Le encantaba escucharle decir a Masuda cosas tan bonitas, sobre todo porque sentía como si le estuviera dando un doble sentido, como si le dijera “te haré feliz”.

Por eso sonrió tímidamente y miró hacia arriba.

“Por la noche, me encantaría subir a la noria... y ver toda la ciudad iluminada desde arriba”

“¿No trabajas esta noche?”

Yuko negó con la cabeza, sonriendo, esperando que Masuda le dijera lo que quería oír.

“Entonces te la enseñaré"

*****
Cuando se hizo de noche Masuda cumplió con lo que había prometido. Los dos se subieron en una cabina de la noria y se sentaron el uno enfrente del otro. En el momento que la máquina arrancó Masuda se agarró con fuerza  a una de las barras. Fue subiendo poco a poco y Yuko no pudo esperar más a levantarse y admirar aquel hermoso paisaje lleno de luces blancas que iluminaban las calles y los edificios.

“¡Wuaaaah mira Massu, es precioso!”

“Sí, seguro que lo es...” respondió allí sentado, con los ojos en el suelo evitando mirar hacia donde le señalaba Yuko. Ella seguía sumida en la belleza del exterior y en un primer momento no le prestó demasiada atención a él, porque nunca había podido ver con sus ojos nada tan mágico como aquello.

Masuda no podía mirar hacia los cristales, estaba temblando y deseando que aquello se terminara pronto.

“Massu...” esa voz sonó ahora más cerca, levantó la mirada y la vio sentada a su lado, con cara de preocupación. “¿Tienes miedo?” murmurando aquellas palabras le cogió de la mano y le miró a los ojos.

“Es sólo que... las alturas... yo... lo siento” estaba muy avergonzado, mostrándose tan débil e infantil ante la chica que le gustaba. Era patético y no podía hacer más que disculparse. Le había prometido que le enseñaría todo aquello, pero en realidad ni siquiera podía disfrutarlo junto a ella. “Siento no poder...”

“Shh...” notó un dedo en sus labios cortándole la frase. Luego ella sonrió tímidamente sin dejar de mirarle a los ojos, susurrándole con la única intención de tranquilizar a Masuda. “Gracias por todo esto... de verdad”

“Pero... en realidad no he hecho nada”

“Sí... me has hecho feliz” 

Y en ese mismo momento se dejó llevar por la dulzura de Yuko, dejó que esos pequeños labios se acercaran a los suyos y nuevamente se volvieron a besar, fundiéndose ambos en un tierno beso que les acercó más al cielo de lo que la noria podía alcanzar. La mano de Masuda se deslizó por el cuello de Yuko, haciendo que ésta inclinara la cabeza hacia un lado para profundizar el beso. Masuda abrió su boca y dejó que Yuko entrara con su lengua, explorando su interior, gimiendo suavemente entre besos llenos de pasión. Ninguno de los dos había vivido algo así nunca, pero les gustaba, les gustaba tanto que no les hubiese importado morir allí mismo.

Pero aquel sueño sólo duró unos segundos, y cuando más estaban disfrutándolo de  repente sonó un fuerte ruido y la cabina en las que estaban se paró en seco. Se separaron bruscamente, pero no había pasado nada, simplemente la vuelta había llegado a su fin. Ambos estaban colorados por la situación en la que la gente pudo haberles visto, pero Yuko se levantó sonriendo sin importarle lo más mínimo, lista para salir. 

“Espera” Masuda cogió su mano para evitar que saliera de la cabina y le dijo que se sentara donde antes. Y eso hizo, un poco sorprendida sin saber lo que pretendía.

“Una vuelta más, por favor” Masuda suplicó al encargado y cuando consiguió lo que quería y cerró la cabina para comenzar una nueva vuelta, miró a Yuko aún sonrojado.

“Creí que te daban miedo las alturas” dijo ella riéndose y mordiéndose los labios, mientras se volvía a acercar al rostro de su chico.

“La verdad es que ahora... me encantan”

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